Final del capítulo 17, segundo acto de "Mi hija y la ópera"

«Desvelada, pude oírles minutos después cuando mutuamente se silenciaban retozones y risueños con la tonta creencia de que pasarían inadvertidos mientras subían las escaleras en dirección a su dormitorio. No fueron ellos nada cuidadosos más tarde en las manifestaciones que, en la intimidad de su cuarto, dejaron escapar. Con la curiosidad que me caracteriza, aguanté el aliento para poder escuchar con total claridad los gemidos de Marisa intercalados con algún «te quiero» al otro lado de la pared. Aquella pareja que rozaba el medio siglo me hizo sentir esa noche terriblemente desdichada y patética.»

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diferencias entre paneles térmicos y fotovoltaicos

Página 9 de «Mi hija y la ópera»

Isidoro Galisteo, de Úbeda, Jaén