Párrafo del penúltimo capítulo del tercer acto de "Mi hija y la ópera"
«No es que yo pretendiera que Isabel enloqueciese,
amén de que ella nunca se ha comportado como una petulante ególatra tal como se
decía de Susana, ni yo poseo la lozanía de mi antecesor en sus años mozos. Pero
no estaba dispuesta a seguir el camino que ella quisiera marcarme y estar a
expensas de sus antojos. «No seas marioneta de quien no te quiera de verdad»
decía mi padre, al igual que: «Una de las cosas más importantes que tenemos es
la libertad de hacer aquello que deseamos y la voluntad para no depender de los
caprichos de nadie». Frases que recorrían mis sinapsis neuronales con la misma
persistencia con que la bruma anunciaba el alba.»
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