Párrafo de la última página de la novela "Mi hija y la ópera".
«…Sonaban
los últimos compases de la melodía Intermezzo de Mascagni cuando desperté de un maravillosa experiencia onírica. En
el sueño aparecía mi padre, sentado en su mecedora, en aquel mismo dormitorio, con
mirada perdida murmurando para sí: «Mi hija y la ópera». Frase que repitió un
par de veces entretanto asentía levemente con la cabeza. Abrió su libro para cerrarlo
al cabo de unos segundos con señal de negación, de inmediato, con actitud firme
se despojó de los tubos que le suministraban oxígeno y bebió un último trago de
whisky mientras desplazaba la cortina
para contemplar con semblante nostálgico los soleados tejados de las casas del
pueblo. Divisó el resto del paisaje que ofrecía la ventana y luego dirigió su
vista hacia la cama para constatar que yo le observaba con profunda quietud. Me
afirmó con ojos telepáticos un gesto que interpreto como «Ahora», cerrando los
párpados a la vez que su espalda se amoldaba
a la mecedora mientras unas lágrimas se precipitaban bordeando unos labios que
dibujaban un rostro amable y pacífico.»
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