Capítulo 26, Acto II, «Mi hija y la ópera»

Fragmento del Capítulo 26, Acto II, de Mi hija y la ópera:


«Ella volvió a acariciarme de nuevo con su mano derecha y sujetando mi espalda con la izquierda, estremecida por el roce de sus dedos en la zona más sensible de mi piel, comencé a desinhibirme sintiendo entonces un incontenible placer. Me agarré al hierro anclado a sendas paredes del cuarto de baño donde pendía la cortina. El agua continuaba precipitándose, bajo la lluvia de la ducha repitió ese baile diestro con sus dedos hasta que nuestros cuerpos quedaron liberados de cualquier resto jabonoso. Ella me cogió de una mano invitándome sin palabras que abandonase la tina. Desnudas y mojadas nos dirigimos hacia la cama donde yo había dormido las noches anteriores.
   Un hilo de luz de los rascacielos de Nueva York salvaba las cortinas de la habitación, la puerta entornada del baño también permitía que se colase una vaga luminosidad. Isabel me empujó con suavidad y me tumbé dócil sobre la colcha, comenzó a acariciarme la cara con sus dedos y me besó en los labios. Debió notar mis agitadas pulsaciones cuando fue descendiendo con besuqueos por toda mi erizada piel. Se detuvo cuando su nariz se introdujo involuntariamente en mi ombligo y su boca rondaba la zona baja de mi vientre, casi en el pubis. Fueron unos segundos mágicos de inusitada pasión. Después noté el roce de su lengua en el mismo punto donde antes, en la ducha, había situado su dedo corazón.
   Su movimiento circular y de cadencia sincronizada me hizo cabalgar sobre la humedecida cama, mis brazos se agarraron a sendas partes del cabecero, cerré los ojos y me centré en las sensaciones que me producía aquella desorbitada manifestación de concupiscencia. Al poco, un terremoto de escalofríos precedieron a unos incontenibles gemidos que me introdujeron hacia una descomunal ola de placer en la que durante un instante, el tiempo y el espacio se desligaron de mi universo interior.»

Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diferencias entre paneles térmicos y fotovoltaicos

Página 9 de «Mi hija y la ópera»

Isidoro Galisteo, de Úbeda, Jaén