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FUGITIVO: Capítulo 3, Acto II, «Mi hija y la ópera»

FUGITIVO: Capítulo 3, Acto II, «Mi hija y la ópera» : Final del Capítulo 3, Acto II de Mi hija y la ópera : «En el final de aquel verano no me despedí de mi tía llorando como en los anteriores...

Capítulo 3, Acto II, «Mi hija y la ópera»

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Final del Capítulo 3, Acto II de Mi hija y la ópera : «En el final de aquel verano no me despedí de mi tía llorando como en los anteriores, el viento y las nubes anunciaban tormenta aquella tarde de domingo, el camino de gravilla, que otrora corría persiguiendo el vehículo de Laura, lo anduve hasta la mitad. Ya disponía de Dani para mí sola. Alcé la vista a la única vivienda que se encontraba entre la carretera y nuestra casa, unos vecinos que, a pesar de los escasos cien metros que nos separaban, eran unos desconocidos a los que únicamente distinguíamos tras las cortinas de sus ventanas en las noches o días oscuros, en los cuales encendían las luces del interior que en ocasiones titilaban como si el resplandor fuera producido por velas. Aquella tarde descubrí la silueta de una mujer oronda, noté que me observaba, como si no supiera que su figura se recortase tras la ventana, procedí con lo que solía hacer mi padre cada vez que pasábamos por la puerta de su destartalada residencia: s

Capítulo 2, Acto II «Mi hija y la ópera»

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Final del segundo capítulo, Acto II de Mi hija y la ópera : «   —No he querido ofenderte, Laura, y si lo he hecho, perdona; simplemente no pesaba que te fueras a poner en mi contra. Me he molestado porque dices que estoy depresivo, y yo opino que la depresión es la ausencia de motivaciones, yo ya las tengo: mi hija y la ópera. No intentéis quitarme por unos días a mi pequeña, que Violeta podrá estar perfectamente sin mí, pero yo no puedo estar sin ella.    La conversación fue diluyéndose a otros asuntos que ya no recuerdo, y ni falta que hace. Quedé fascinada por aquellas palabras de mi padre. Una persona desaliñada, de aspecto rudo, de tez casi negra por tanto sol y una espesa barba que le hacía parecer un náufrago, que vestía incluso en invierno camisas de manga corta, algunas veces, desabotonadas —seguramente por las calorías que le aportarían sus enormes vasos de whisky —, pero que me había dicho que me necesitaba. Si alguna vez hizo algún gesto de queja o menosprecio hacia

Capítulo 2, Acto II «Mi hija y la ópera»

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Final del segundo capítulo, Acto II de Mi hija y la ópera : «   —No he querido ofenderte, Laura, y si lo he hecho, perdona; simplemente no pesaba que te fueras a poner en mi contra. Me he molestado porque dices que estoy depresivo, y yo opino que la depresión es la ausencia de motivaciones, yo ya las tengo: mi hija y la ópera. No intentéis quitarme por unos días a mi pequeña, que Violeta podrá estar perfectamente sin mí, pero yo no puedo estar sin ella.    La conversación fue diluyéndose a otros asuntos que ya no recuerdo, y ni falta que hace. Quedé fascinada por aquellas palabras de mi padre. Una persona desaliñada, de aspecto rudo, de tez casi negra por tanto sol y una espesa barba que le hacía parecer un náufrago, que vestía incluso en invierno camisas de manga corta, algunas veces, desabotonadas —seguramente por las calorías que le aportarían sus enormes vasos de whisky —, pero que me había dicho que me necesitaba. Si alguna vez hizo algún gesto de queja o menosprecio hacia

Capítulo 2, Acto II «Mi hija y la ópera»

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Final del segundo capítulo, Acto II de Mi hija y la ópera : «   —No he querido ofenderte, Laura, y si lo he hecho, perdona; simplemente no pesaba que te fueras a poner en mi contra. Me he molestado porque dices que estoy depresivo, y yo opino que la depresión es la ausencia de motivaciones, yo ya las tengo: mi hija y la ópera. No intentéis quitarme por unos días a mi pequeña, que Violeta podrá estar perfectamente sin mí, pero yo no puedo estar sin ella.    La conversación fue diluyéndose a otros asuntos que ya no recuerdo, y ni falta que hace. Quedé fascinada por aquellas palabras de mi padre. Una persona desaliñada, de aspecto rudo, de tez casi negra por tanto sol y una espesa barba que le hacía parecer un náufrago, que vestía incluso en invierno camisas de manga corta, algunas veces, desabotonadas —seguramente por las calorías que le aportarían sus enormes vasos de whisky —, pero que me había dicho que me necesitaba. Si alguna vez hizo algún gesto de queja o menosprecio hacia

Capítulo 1, Acto II «Mi hija y la ópera»

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Párrafo del Capítulo 1, Acto II de Mi hija y la ópera : «No recuerdo que mi padre se ocupara de mí hasta que, a la edad de cinco años, nos mudamos a Calasparra. Él era alto, de gran corpulencia, con el abdomen prominente, aunque nunca lo hubiera definido como gordo. Una barba cubría su rostro, y mostraba una mirada ausente e inexpresiva, supongo que la propia de alguien que hubiera sufrido un suceso como el acaecido la mañana del 12 de septiembre de 1981, fecha que tengo más marcada que la de mi propio nacimiento.»  Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.

Capítulo 10, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Pasaje del capítulo 10, Acto I de Mi hija y la ópera :    «En ese instante de desasosiego colectivo apareció el vehículo de Pepe que se intro­ducía en la finca tocando el claxon. En su rostro atemorizado pudo distinguirse un resoplido de alivio al ver a su hijo en el exterior de la casa.    —¡Llevo el susto metido en el cuerpo hijo mío!, ha habido en el cruce de la carretera de Canteras un accidente gravísimo, con muertos, cuando me han dicho que el coche era un Seat 131 blanco pensé que podía ser el tuyo. No te puedes imaginar la alegría que me da verte. ¿Qué te pasa Andrés?... ¡Estás pálido!...    Laura se asomaba desde la puerta de la entrada de la casa sosteniendo la guía te­lefónica e informando que había encontrado el número de la carnicería, se le des­plomó de sus manos sobresaltadas al avistar un vehículo patrulla de la Guardia Civil que estacionaba junto a la verja. A sus catorce años ya sabía que aquella visita no presagiaba nada bueno.    Dos hombres uniformados de

Capítulo 9, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Extracto del capítulo 9, Acto I de Mi hija y la ópera : «El abuelo realizó una instantánea cuando Patricia le entregaba el regalo a Susana, ambas se miraban sonrientes, Andrés aparecía tras ellas con la alegría propia del momento, con una mano sobre la espalda de su mujer, y con la otra, abrazando desde atrás a su hija de dos años y medio que, rebosante de felicidad, aceptaba la caja envuelta en un papel festivo. Violeta, a la izquierda de su hermana, sorprendida por el flash, fue la única de todo el salón que miró de frente a la cámara.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.

Capítulo 8, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Pasaje del capítulo 8, Acto I de Mi hija y la ópera :    —No me eches más cerveza que me enfollono —dijo Consuelo—, bebo de la de mi Paco.    Andrés ayudó a su mujer a cortar el queso y los embutidos, dejando a sus invitados a solas con Susana que correteaba alegre alrededor de la pareja.    —Menuda casa tienen, ¿eh, Consuelo? —susurró Paco a su novia.    —Ya sabes, los ricos, se lo quedan todo, y por mucho que tú trabajes, ellos ganarán más. Estoy segura de que si te montaras por tu cuenta, podríamos en poco tiempo tener una casa igual. Por cada peseta que tú ganas, él se lleva cien. Puedes estar en­lomao para que funcione su tienda que le da igual.    —No hables así de Andrés que gracias a él tengo un buen sueldo, dirijo una tienda, y tengo a mi cargo a un vendedor, un técnico, una dependienta… y ¡cállate que nos van a oír!     —Si es que eres tonto de lo bueno que eres, pero tonto de remate —concluyó Con­suelo oyendo al matrimonio acercarse con el sonido

Capítulo 7, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Fragmento del capítulo 7, Acto I de Mi hija y la ópera : «A mediodía del primer domingo de marzo de 1977, contrajeron matrimonio Andrés Rosique Marín y Patricia Domínguez Tortosa. El novio vestía un sobrio traje oscuro; la novia, un exquisito vestido blanco: lo que dictaba la época. De los po­cos invitados de la familia Rosique, algunos empleados, entre los cuales se hallaba Paco, más en calidad de amigo del prometido que como trabajador de las empresas de Pepe. Asistieron también familiares de Balsicas, mayoritariamente primos de Andrés y algún que otro allegado de la rama paterna de Roldán. Entre los numerosos convida­dos de la familia Domínguez Tortosa se contaba con la inseparable prima Asunción. Otros amigos comunes a la pareja comparecieron en el evento: José Blázquez, con decrépito as­pecto justificado por él mismo como «por los abusos de la vida»; y Antonio López, que acudió a la cita acompañado de Alejandro, un buen amigo suyo que le ayudaba en los arreglos musicales.    L

Capítulo 6, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Pasaje del Capítulo 6, Acto I de Mi hija y la ópera : «Una gran ola les batió inundándoles hasta las rodillas descendiendo en aquel ins­tante del fugaz paraíso en el que se hallaron insospechadamente. Se apartaron to­davía abrazados de la orilla. Una vez recuperado el aliento, Andrés mostró su asombro de cómo, llevando ese vestido, pudo desplazarse con aquella bicicleta desde Galifa, a dos kilómetros de la playa. Ella le preguntó que cómo supo que estaba allí.    —Lo he sabido por deducción, por las conversaciones que alguna vez hemos mantenido.    —¿Desde cuándo te gusto, si puede saberse? —preguntó Patricia mirándole a los ojos y secándole las cejas con sus dedos.    —Creo que me gustaste el día que escribiste en la servilleta el nombre de la ópera que ha­bía estado buscando desde hacía tiempo, ¿y tú?    —Desde el día que te conocí, el mismo que empecé en la heladería; me equivocaba mucho, no sabía dónde estaban las cosas, algunos clientes me gruñeron y me dijeron que no v

Capítulo 5, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Fragmento del Capítulo 5, Acto I de Mi hija y la ópera : «El final de la actuación fue dando paso a la música disco que retumbaba en toda la sala, Víctor, que era un joven bien parecido y seguro de sí mismo, cogió de la mano a Susana y la guio hacia la pista de baile con discutible sentido del ritmo. Andrés agarró el paquete de tabaco de Paco, encendió un cigarrillo y se dirigió en dirección a la te­rraza con un vaso de tubo de whisky con cola en la mano, dejando a Paco y a su her­mana sentados en rededor de la mesa contemplándose mutuamente con semblante abu­rrido. En el mirador de la discoteca el volumen de la música del interior era impercepti­ble, la suave brisa marina aliviaba el calor e invitaba apoyarse en la balaustrada blanca para admirar las estrellas y la luna reflejadas en el mar, pensó que tal vez estaba perdiendo el tiempo con Susana y el recuerdo nostálgico de Teresa le sobrevino.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta en

Capítulo 4, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Pasaje del Capítulo 4, Acto I de Mi hija y la ópera : «Se dirigió rumbo a casa suspirando, le esperaba la princesa Turandot, era excesi­vamente temprano para recogerse un viernes, pero llevaba mucho alcohol y el can­sancio pasaba factura.    Llevaría unos cuarenta metros andados, intentando no sucumbir a la tentación de echar la vista atrás para disimular el interés que en él despertaba Susana, cuando al­guien mencionó su nombre desde la terraza.    —¡Andrés! —volvió a gritar Patricia acercándose a paso ligero con la bandeja sostenida entre el torso y sus dos brazos en forma de aspa.    —Dime.    —Oye, que al final lo de mañana se ha suspendido —anunció jadeando haciendo un esfuerzo en mantener el rostro inexpresivo—; y si te había dicho que nos acompañaras no es porque me des pena de que siempre estés solo, así que tampoco vayas ahora de donjuán que no tienes que demostrar nada.    Andrés quiso explicarle a su amiga que todos los meses que había destinado a frecuentar

Capítulo 3, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Extracto del Capítulo 3, Acto I, de  Mi hija y la ópera : «La soledad, sumada a un periodo de resaca perpetua, le hacía reflexionar de manera frecuente sobre su existencia, atrapándolo en un estado de sempiterna nostalgia. La tarde de un soleado domingo de agosto de 1975, después de varias noches de ajetreo, asomado en el balcón de su casa, escuchó una melodía que pro­venía de un piso cercano. Sonaba el aria de Nessun dorma de la ópera Turandot.        Sería el decaimiento producido por estar varios días sin descanso, o la tristeza que irradiaba aquella última tarde de agosto con las calles vacías de gente que apuraba sus vacaciones en otros lugares, o tal vez una lejana evocación de su madre, o el recuerdo de su solitario padre con el que apenas conversaba fuera del trabajo, o todo junto, que la melodía exaltó los más profundos sentimientos que jamás había sentido por unas notas musica­les.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta

Capítulo 2, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Pasaje del Capítulo 2, Acto I, de Mi hija y la ópera : «Esa tarde, después de la misa fúnebre, se dio sepultura al féretro de su abuela en el cementerio de Balsicas, contigua a la tumba de su abuelo Andrés, del que heredó el nombre. Junto a las lápidas de sus abuelos se hallaban las de su madre y hermano. Él no las veía desde niño: ANTONIO ROSIQUE MARÍN 9 DE AGOSTO DE 1951 — 31 DE DICIEMBRE DE 1955 QUE DIOS ACOJA Y CUIDE DE NUESTRO HIJO DOLORES MARÍN VIVANCOS 12 DE ENERO DE 1929 — 6 DE DICIEMBRE DE 1958 TU MARIDO NUNCA TE OLVIDARÁ    Aquel momento supuso un punto de inflexión en la historia de Andrés, cayó en la cuenta de que sólo hay una oportunidad para vivir la vida, lo que quedara después sería mármol, algunas flores marchitas y una frase dedicada por quien ha sobrevivido que, vanamente, intenta resumir toda una existencia.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.

Capítulo 1, Acto I «Mi hija y la ópera»

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Fragmento del Capítulo 1, Acto I de  Mi hija y la ópera : «Esperó despierto hasta la noche a que su padre llegara, cerca de las once. Lacrimoso, trató de contarle lo sucedido implorando venganza ante aquella humillación sufrida. Pepe, lejos de consolarle, le interrumpió aludiendo que «las cosas de niños, se resuelven entre niños» concluyendo:    —Hijo, la próxima vez te defiendes, no querrás que vaya a hablar con tus profesores con todo lo que tengo que hacer. Cuando hagas la mili no podré estar yo para defen­derte ni para hablar con tus superiores. La vida es dura, así que ve aprendiendo que yo a tu edad fumaba y me iba de putas.    A sus diez años decidió que nunca más volvería a llorar delante de su padre.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.

Obertura «Mi hija y la ópera»

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Fragmento de la Obertura de Mi hija y la ópera : «Sería que visualizó su postura en forma de cruz sobresaliendo en el agua que volvió a adentrarse en casa con premura, dejando tras de sí un reguero acuoso desde la entrada hasta su dormitorio; agarró el crucifijo que presidía la pa­red sobre el cabecero de la cama, lo empuñó desde el lado inferior del tra­vesaño largo de la cruz, como si fuera un hacha, descendió corriendo las escaleras arrimándose al piano y lo estrelló varias veces hasta romper la figura de madera, abollando la superfi­cie del piano y dejando restos de astillas en sus dedos.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.

FUGITIVO: Segunda edición de "Mi hija y la ópera"

FUGITIVO: Segunda edición de "Mi hija y la ópera" : Estimados amigos, la segunda edición en papel de Mi hija y la ópera  ya está en la calle. La Editorial Dédalo me ha enviado unas pocas dece...

Segunda edición de "Mi hija y la ópera"

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Estimados amigos, la segunda edición en papel de Mi hija y la ópera  ya está en la calle. La Editorial Dédalo me ha enviado unas pocas decenas de ejemplares. Quien quiera hacerse con ella, tan sólo tendrá que llamar al 670324550 y contactará conmigo. Saludos, José Ant. Frutos Romero.