Capítulo 4, Acto I «Mi hija y la ópera»
Pasaje del Capítulo 4, Acto I de Mi hija y la ópera:
Llevaría
unos cuarenta metros andados, intentando no sucumbir a la tentación de echar la
vista atrás para disimular el interés que en él despertaba Susana, cuando alguien
mencionó su nombre desde la terraza.
—¡Andrés!
—volvió a gritar Patricia acercándose a paso ligero con la bandeja sostenida
entre el torso y sus dos brazos en forma de aspa.
—Dime.
—Oye, que
al final lo de mañana se ha suspendido —anunció jadeando haciendo un esfuerzo
en mantener el rostro inexpresivo—; y si te había dicho que nos acompañaras no
es porque me des pena de que siempre estés solo, así que tampoco vayas ahora de
donjuán que no tienes que demostrar nada.
Andrés
quiso explicarle a su amiga que todos los meses que había destinado a frecuentar
la heladería buscaba un único propósito: coincidir con Susana, sin embargo
creyó que no era buen momento para confesarlo.»
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