Página 9 de «Mi hija y la ópera»


Obertura


«Soy un asesino», se repetía aquel tipo que, aún no habiendo cumplido los veintiocho, aparentaba mayor edad. Se adentró en su finca con actitud serena a pesar del aguacero que se precipitaba aquella tarde de septiembre. Saludó con la cabeza a Lily, asomada al otro lado de la ventana. Ella le abrió la puerta antes de que llamase y le devolvió el saludo mirándolo de arriba abajo. Laura, que apenas alcanzaba los quince años, acunaba a un bebé en el sofá.

—¿Dónde has estado todo este tiempo? —preguntó la adolescente—. Nuestros padres están muy preocupados.

—No lo sé, llevo días sin dormir —respondió con voz áspera.

—¿Eso es sangre? —dijo examinando su ropa.

—Es de unos animales que he tenido que matar. ¿Cómo está Violeta?

—Tu hija está bien.

—Yo no podré cuidarla.

—Vale, pero si te vas de nuevo avísanos. Recuerda que todos estamos sufriendo con lo sucedido.

Él subió a su dormitorio sin añadir palabra. No había transcurrido ni una hora cuando regresó al salón vestido con unos pantalones cortos, una camisa sin abrochar y unas sandalias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diferencias entre paneles térmicos y fotovoltaicos

Isidoro Galisteo, de Úbeda, Jaén