Capítulo 3, Acto III, de «Mi hija y la ópera»
Pasaje del Capítulo 3, Acto III, de Mi hija y la ópera.
«Cerré con llave desde dentro de la tienda
aprovechando la tranquilidad y discreción que me ofrecía el establecimiento de
la pareja de mi padre. Esperé unos minutos con la puerta cerrada al público y
allí constaté el resultado positivo del test que no vaticinaba ni el más
fatídico de mis augurios.
Mareada por los acontecimientos, que como las
olas de un tsunami me batían
inclementes, me acerqué al mismo inodoro donde había estado sentada impacientemente
minutos antes y vomité todo el desayuno y buena parte de mis jugos gástricos.
Bajé la tapa aturdida y empapada de gélido sudor, apoyé en ella mi cabeza. Sin
haberme desmayado nunca, intuía que estaba a punto de perder el conocimiento.»
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