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Párrafo del Capítulo 7, Acto I de "Mi hija y la ópera"

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«Ella le abrazó durante unos segundos, después, Andrés se dirigió en si­lencio frente al piano pegado a una de las paredes del salón. Comenzó a pulsar algu­nas teclas, de forma inconexa, sin melodía alguna. Su único propósito era esconder su rostro del campo de visión de su mujer. Unas lágrimas se precipitaron sobre el teclado.»

Extracto del Capítulo 6, Acto I de "Mi hija y la ópera"

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«Distinguió, en el otro extremo de la playa, a una mujer que caminaba sobre la orilla en la dirección donde Andrés se encontraba; lucía un largo vestido blanco que ondeaba al viento al igual que su cabello, con una mano elevaba parte del atuendo, aunque no dedicaba demasiado esfuerzo en preservarlo de la humedad; en la otra, unas san­dalias. Fascinado por aquella imagen se fue aproximando hasta descubrir que se tra­taba de Patricia que paseaba abstraída, con su pensamiento lejos de allí. El sol en la cara impidió que ella advirtiera la silueta de Andrés que se acercaba corriendo hacia su posición. A pocos metros para encontrarse, él aminoró la carrera y fue entonces cuando ella le reconoció no pudiendo disimular su sonrisa por aquella sorpresa.»

Pasaje del Capítulo 5, Acto I de "Mi hija y la ópera".

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«El final de la actuación fue dando paso a la música disco que retumbaba en toda la sala, Víctor, que era un joven bien parecido y seguro de sí mismo, cogió de la mano a Susana y la guio hacia la pista de baile con discutible sentido del ritmo. Andrés agarró el paquete de tabaco de Paco, encendió un cigarrillo y se dirigió en dirección a la te­rraza con un vaso de tubo de whisky con cola en la mano, dejando a Paco y a su her­mana sentados en rededor de la mesa contemplándose mutuamente con semblante abu­rrido. En el mirador de la discoteca el volumen de la música del interior era impercepti­ble, la suave brisa marina aliviaba el calor e invitaba apoyarse en la balaustrada blanca para admirar las estrellas y la luna reflejadas en el mar, pensó que tal vez estaba perdiendo el tiempo con Susana y el recuerdo nostálgico de Teresa le sobrevino.»

Fragmento del Capítulo 4, Acto I de Mi hija y la ópera

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Lo que sucedió a continuación podría considerarse como una casualidad, aunque Andrés lo interpretó como una increíble y deliciosa coincidencia de las que ocurren una vez en la vida y a la cual hay que atribuirle un significado. Alzó la vista y distin­guió a lo lejos cómo la joven de cabello moreno que conoció el verano ante­rior se acercaba con distinción a la heladería. Venía acompañada de una señora mayor, ambas se acomodaron a la única mesa que quedaba libre. La observó con detenimiento, calibrando los pequeños cambios físicos que le había producido el último año, llegando a la conclusión de que sólo su piel es­taba más pálida; por lo demás, seguía irradiando el mismo glamour y belleza que en sus recuerdos. »
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«La soledad, sumada a una perpetua resaca, le hacía reflexionar de manera diaria sobre su existencia. La tarde de un soleado domingo de agosto de 1975, después de varias noches de ajetreo, asomado en el balcón de su casa, escuchó una melodía que pro­venía de un piso cercano. Sonaba el aria de Nessun dorma de la ópera Turandot .» Fragmento del Capítulo 3, Acto I de Mi hija y la ópera .
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«Aquel momento supuso un punto de inflexión en la historia de Andrés, cayó en la cuenta de que sólo hay una oportunidad para vivir la vida, lo que quedara después sería mármol, algunas flores marchitas y una frase dedicada por quien ha sobrevivido que, vanamente, intenta resumir toda una existencia.» Extracto del Capítulo 2, Acto I de Mi hija y la ópera .

Carta abierta a mi prima Maribel

Estimada prima, supongo que nos veremos dentro de un rato pero me será imposible decirte nada y tan sólo podré consolarte con un abrazo. Por eso te escribo estas palabras a modo de carta abierta. Nada en la vida debe ser tan duro como sobrevivir a un hijo y ese durísimo trance lo estás sufriendo ahora. Creo que hablo en nombre de todos tus primos si te digo que estamos profundamente consternados. El 20 de septiembre de 2014 será una fecha que jamás olvidaremos y marcará el devenir de nuestra familia por esta tragedia tan difícil de superar. Siempre tendremos a Esteban Luján Martínez en nuestra memoria y, con ello, conseguiremos que su huella en la vida nos marque convirtiéndonos en mejores personas. Se nos ha ido un primo al que todos adorábamos, pero no se ha ido del todo porque seguiremos su ejemplo recordándole hasta el final de nuestros días. No soy la persona más apropiada para decir esto, pero pienso que tarde o temprano volveremos a estar con él. En cualquier