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Pasaje del Capítulo 5, Acto I de "Mi hija y la ópera".

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«El final de la actuación fue dando paso a la música disco que retumbaba en toda la sala, Víctor, que era un joven bien parecido y seguro de sí mismo, cogió de la mano a Susana y la guio hacia la pista de baile con discutible sentido del ritmo. Andrés agarró el paquete de tabaco de Paco, encendió un cigarrillo y se dirigió en dirección a la te­rraza con un vaso de tubo de whisky con cola en la mano, dejando a Paco y a su her­mana sentados en rededor de la mesa contemplándose mutuamente con semblante abu­rrido. En el mirador de la discoteca el volumen de la música del interior era impercepti­ble, la suave brisa marina aliviaba el calor e invitaba apoyarse en la balaustrada blanca para admirar las estrellas y la luna reflejadas en el mar, pensó que tal vez estaba perdiendo el tiempo con Susana y el recuerdo nostálgico de Teresa le sobrevino.»

Fragmento del Capítulo 4, Acto I de Mi hija y la ópera

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Lo que sucedió a continuación podría considerarse como una casualidad, aunque Andrés lo interpretó como una increíble y deliciosa coincidencia de las que ocurren una vez en la vida y a la cual hay que atribuirle un significado. Alzó la vista y distin­guió a lo lejos cómo la joven de cabello moreno que conoció el verano ante­rior se acercaba con distinción a la heladería. Venía acompañada de una señora mayor, ambas se acomodaron a la única mesa que quedaba libre. La observó con detenimiento, calibrando los pequeños cambios físicos que le había producido el último año, llegando a la conclusión de que sólo su piel es­taba más pálida; por lo demás, seguía irradiando el mismo glamour y belleza que en sus recuerdos. »
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«La soledad, sumada a una perpetua resaca, le hacía reflexionar de manera diaria sobre su existencia. La tarde de un soleado domingo de agosto de 1975, después de varias noches de ajetreo, asomado en el balcón de su casa, escuchó una melodía que pro­venía de un piso cercano. Sonaba el aria de Nessun dorma de la ópera Turandot .» Fragmento del Capítulo 3, Acto I de Mi hija y la ópera .
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«Aquel momento supuso un punto de inflexión en la historia de Andrés, cayó en la cuenta de que sólo hay una oportunidad para vivir la vida, lo que quedara después sería mármol, algunas flores marchitas y una frase dedicada por quien ha sobrevivido que, vanamente, intenta resumir toda una existencia.» Extracto del Capítulo 2, Acto I de Mi hija y la ópera .

Carta abierta a mi prima Maribel

Estimada prima, supongo que nos veremos dentro de un rato pero me será imposible decirte nada y tan sólo podré consolarte con un abrazo. Por eso te escribo estas palabras a modo de carta abierta. Nada en la vida debe ser tan duro como sobrevivir a un hijo y ese durísimo trance lo estás sufriendo ahora. Creo que hablo en nombre de todos tus primos si te digo que estamos profundamente consternados. El 20 de septiembre de 2014 será una fecha que jamás olvidaremos y marcará el devenir de nuestra familia por esta tragedia tan difícil de superar. Siempre tendremos a Esteban Luján Martínez en nuestra memoria y, con ello, conseguiremos que su huella en la vida nos marque convirtiéndonos en mejores personas. Se nos ha ido un primo al que todos adorábamos, pero no se ha ido del todo porque seguiremos su ejemplo recordándole hasta el final de nuestros días. No soy la persona más apropiada para decir esto, pero pienso que tarde o temprano volveremos a estar con él. En cualquier

Libros: Mi hija y la ópera, de José Antonio Frutos Romero....

Libros: Mi hija y la ópera, de José Antonio Frutos Romero.... : Mi hija y la ópera es un libro ciertamente interesante y original. Está organizado como si de una ópera se tratase: en tres actos y un f...

UN CLIENTE, UN AMIGO

   Hace un par de décadas, cuando comencé en el mundo comercial escuché una frase de mi padre que he recordado como un lema. Resulta que un cliente que se estaba llevando una ganga quería hacer un último regateo arguyendo la amistad que tenía con mi padre a lo que éste le respondió « Es que todos mis clientes son amigos ».    Esta es una máxima que conoce cualquiera que regente un comercio de proximidad (lo que antiguamente se denominaba como “tiendas de barrio”).    Yo, en la medida de lo posible, intento aplicarla en el día a día, al punto de que en ocasiones me han preguntado, por ejemplo, por qué voy a tal supermercado cuando en tal cadena sale más barato; a lo que yo siempre respondo “porque me conocen”. Y es cierto, que prefiero gastarme un par de euros más en un sitio donde me saludan por mi nombre que en un establecimiento donde con voz nasal y sin mirarme a los ojos me preguntan si poseo cierta tarjeta de descuento.    Y es bastante inteligente esta postura p