Entradas

COETÁNEOS Dirigido a las millones de civilizaciones que tuvieran la oportunidad de leer este mensaje enviado desde este punto del espacio, un día cualquiera de verano. Mi nombre es José Antonio Frutos Romero, un sencillo habitante de un planeta al que llamamos La Tierra, la noche del 10 de agosto de 2011. Claro, la fecha poco importará fuera de mi pequeño universo, pero supongo que debe de ser alrededor de la una de la madrugada del uno de enero del año 13.700 millones, si es que se comenzase a contar los años a partir de lo que en mi mundo se denomina Big Bang, suceso que condicionó la existencia de nuestros mundos por lejanos que pudieran estar. Eso sí, si los datos que proporcionan los científicos de La Tierra son correctos, a saber si medís los años como nosotros y/o el sistema de cifras (como la palabra millones) tiene un sentido allí. Mis vagos (aunque suficientes) conocimientos de astronomía contribuyen a que pueda imaginar la posibilidad de que este mensaje sea leído (e inte

Aledo

    Érase una vez un pueblo recortado en la cima de un un pequeño monte en un lugar llamado Sierra Espuña, de sinuosas calles de pendientes desordenadas, los amables lugareños, sabedores que cualquier foráneo va en búsqueda de una foto parónamica desde el castillo te observa sonriente y silencioso en un lugar cuya mayor virtud, es ésa, la falta de ruidos, de cláxones de vehículos o sonidos de motores a los cuales están acostumbrados los urbanitas de otros lugares como si de una banda sonora callejera se tratara y pensaran que esas circunstancias son las normales para la vida en sociedad.     Es el silencio y las espectaculares vistas desde las alturas, de tierras semiáridas y rojizas, lo que una localidad de pequeñas dimensiones pero de carácter noble nos puede ofrecer.     Y es ahí cuando entiendo por qué lleva siglos acogiendo gente una pequeña población de privilegiados que escasamente supera los mil habitantes y cuyo nombre es Aledo.

Nuevo juramento

    Yo que no juro por Dios, tendré que modificar en breve lo de "Te lo juro por mi hija". A partir de hoy juraré o por mis hijos, o por mis hijas... Todo se sabrá después de la ecografía.     Ya daré cuentas al respecto.

Carta abierta al Universo

COETÁNEOS Dirigido a las millones de civilizaciones que tuvieran la oportunidad de leer este mensaje enviado desde este punto del espacio, un día cualquiera de verano. Mi nombre es José Antonio Frutos Romero, un sencillo habitante de un planeta al que llamamos La Tierra, la noche del 10 de agosto de 2011. Claro, la fecha poco importará fuera de mi pequeño universo, pero supongo que debe de ser alrededor de la una de la madrugada del uno de enero del año 13.700 millones, si es que se comenzase a contar los años a partir de lo que en mi mundo se denomina Big Bang, suceso que condicionó la existencia de nuestros mundos por lejanos que pudieran estar. Eso sí, si los datos que proporcionan los científicos de La Tierra son correctos, a saber si medís los años como nosotros y/o el sistema de cifras (como la palabra millones) tiene un sentido allí. Mis vagos (aunque suficientes) conocimientos de astronomía contribuyen a que pueda imaginar la posibilidad de que este mensaje sea leíd

Domingos de yoga

      Mi mujer y yo tenemos pensado practicar yoga todos los domingos que estemos en casa, sobre las doce del mediodía.      Tras los ejercicios, la meditación y relajación, tendremos nuestro merecido aperitivo y un baño si se tercia.      Invito a todos los participantes de este pequeño blog (para mí, una familia) a que acudan a comprobar los innumerables beneficios del yoga. De hecho, una seguidora catalana de este blog, amiga mía donde las haya, lo practica a menudo, me consta.      Por cierto, Alicia es una monitora de lujo.

Diecimila anni al nostro imperatore (Turandot) Puccini

http://www.youtube.com/watch?v=pejbqF6xjD8&feature=related Mi hija y la ópera ACTO 3 Capítulo IX (Fragmento página 420)     Mi padre una vez me dijo que Nessum dorma de la ópera Turandot fue el reclamo que lo introdujo a este fantástico género musical, casualmente mientras escribo mis últimas palabras suena de fondo un tema que contiene la misma melodía “ Diecimila anni al nostro imperatore ”, el final de la última ópera de Puccini, no podría existir más dulce casualidad para finiquitar mi relato.

A la conquista del planeta

     Hace justamente un año, el catorce de junio de 2010 me embarqué en un proyecto que tal vez de haberlo sabido, no hubiera dado el paso.      La criatura ya está fuera, a modo de doble manuscrito que se va a la conquista del Planeta. Quizá después, pueda conquistar un hueco en mi casa, en mi familia, en mi trabajo, terrenos más complicados incluso, porque para vencer la cotideneidad hay que tener más imaginación y arte que el que un humilde servidor tiene a la hora de expresar una idea o una emoción.      En cualquier caso, queda un proyecto más o menos pulido dejado para la posteridad (que siempre podrá mejorarse). Algún día puede que niegue la autoría de este trabajo del que ahora me siento orgulloso.      Si llega ese momento es que habré mejorado mucho, o tal vez, habré perdido la fe en mi talento, algo que tarde o temprano termina apareciéndole a todo ser humano en algún instante de su vida.