Entradas

Capitulo 5, Acto III, de «Mi hija y la ópera»

Imagen
Fragmento del Capítulo 5, Acto III, de Mi hija y la ópera : «Obedecí sin cuestionar su petición. Escuchaba los ronquidos de Trini que dormía en otra habitación, debía de estar agotada, ella sí le pondría objeciones a mi padre sobre el alcohol. Subí la copa y se la dejé junto a un libro de Mario Vargas Llosa que posaba sobre la mesilla, la cual se encontraba junto a su mecedora, bajo la ventana. Aunque la música se escuchaba fuerte no evitó que yo sucumbiera prontamente al cansancio, mientras lo hacía, no pude evitar apreciar las primeras notas de la citada ópera y su capacidad para transportarte a esa extraña sensación que supone la finitud de la existencia y de la importancia que tienen esas pequeñas vivencias que vamos sumando en la vida. Seguramente un presagio de lo que iba a acontecer poco después.          Cuando abrí los ojos supe que mi progenitor había abandonado su cuerpo, tuve la certeza tras haber vivido un milagro en forma de sueño, fue una experiencia mística e inson

Capítulo 4, Acto III, de «Mi hija y la ópera»

Imagen
Fragmento del Capítulo 4, Acto III, de Mi hija y la ópera. «Reminiscencias de toda una existencia me sacudían incansables como olas en la orilla mientras luchaba en mi personal guerra con el cansancio. Podía agruparlas en unas pocas, el piano, la música, la soledad del hogar… junto al perseverante recuerdo de las tumbas, las de mis abuelos y, especialmente, la losa que cubría los ataúdes de mi madre y hermana, con el mármol helado y sucio por la tierra que era movida por el viento eterno y las hojas marchitas caídas de los árboles del cementerio con su particular danza sobre las lápidas. Sólo yo reparaba en aquel singular baile y quién sabe si los muertos desde la infinitud del tiempo, creyéndose olvidados.    La existencia de mi progenitora y sobre todo la de mi hermana apenas habría dejado huella en el mundo, excepto para mí, que sin conocerlas derramaba lágrimas saladas en un llanto silencioso y de impotencia mientras contemplaba a mi padre que, en su duermevela, abría los ojo

Capítulo 3, Acto III, de «Mi hija y la ópera»

Imagen
Pasaje del Capítulo 3, Acto III, de Mi hija y la ópera . «Cerré con llave desde dentro de la tienda aprovechando la tranquilidad y discreción que me ofrecía el establecimiento de la pareja de mi padre. Esperé unos minutos con la puerta cerrada al público y allí constaté el resultado positivo del test que no vaticinaba ni el más fatídico de mis augurios.    Mareada por los acontecimientos, que como las olas de un tsunami me batían inclementes, me acerqué al mismo inodoro donde había estado sentada impacientemente minutos antes y vomité todo el desayuno y buena parte de mis jugos gástricos. Bajé la tapa aturdida y empapada de gélido sudor, apoyé en ella mi cabeza. Sin haberme desmayado nunca, intuía que estaba a punto de perder el conocimiento.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.