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Volumen 20 de «Mi hija y la ópera»

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19    Aquel lunes por la noche volví a quedar con Antonio. Aguardé en casa para que me recogiera una vez hubiera cumplido con sus obligaciones profesionales. Su automóvil franqueó la verja detrás del de Marisa. Ella cenaría con mi padre en casa y yo haría lo propio con Antonio en alguna taberna del pueblo, cada oveja con su pareja. Vacilé unos instantes en saludar a mi «pretendiente» con un beso en los labios o dos en las mejillas, dudé tanto que arrimé mis posaderas al asiento del copiloto y con un escueto: «Hola» cerré la puerta. Nos proponíamos ir de tapas y cervezas, de bar en bar, «de cañas» —como solían decir en la peña—. Antonio conducía ensimismado, ese estado de ausencia era muy raro en él, pues no solía conceder ni un segundo al silencio durante los primeros minutos de cada uno de nuestros encuentros. Creí que su comportamiento obedecía a lo que nos ocurrió la noche anterior en ese mismo vehículo, pero su preocupación era otra. Una vez realizadas las maniobras de aparc

Volumen 19 de «Mi hija y la ópera»

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18    El único inconveniente que afloró tras las primeras semanas de convivencia con Marisa fue que yo había dejado de tener intimidad. No es que su estancia me molestase, y si así hubiera sido se compensó con creces por los beneficios que aportaba a mi padre. Sus hijas, ambas con una vida social agitada, no percibirían la ausencia de su madre en casa durante los fines de semana. Por eso, el paso siguiente que di al del aislamiento fue el de fingir todo lo contrario, pretendía parecer una persona independiente y poco hogareña, por lo que debía de estar el mayor tiempo posible de los sábados y los domingos «desaparecida». Como siempre, me valí de la total disposición de Antonio y lo manejé para que estuviera a todas horas conmigo (siempre y cuando el horario de su tienda se lo permitiese). Las noches teníamos garantizada la diversión con nuestras amistades de la peña. Solo me bastaba con que las mañanas de los domingos hiciésemos alguna excursión y por las tardes largos paseos po

Volumen 18 de «Mi hija y la ópera»

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17    Me parecía un misterio descubrir qué tipo de virtudes pudo encontrar Marisa en mi padre, tan huraño, maniático y rudo. ¡Qué contraste con ella!, excelente conversadora, con una escucha activa en la que jamás interrumpía, prudente en sus opiniones… Aunaba perspicacia y modestia como nadie, polifacética en cuanto al arte —en este aspecto sí comulgaban—, pintaba de maravilla exhibiendo algunos de sus cuadros en las viejas paredes de nuestro hogar, también se arrancaba a cantar con su espléndida voz mientras arpegiaba la guitarra siguiéndome a mí o a mi progenitor frente al piano.    Dudo de que mi padre contase a Marisa que había sido capaz de dejar moribundo a un ser humano, como una vez confesó a sus amigos, o incluso de amputar media mano a un delincuente con un hachazo, así como de haber atacado a su propio perro, a mi malogrado Yako . A veces, yo pensaba que él, con sus acciones, se acercaba a la imagen que todos asumimos de un criminal, más que a la de una persona cu

Volumen 17 de «Mi hija y la ópera»

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16    Un domingo por la mañana llamó mi tía para informarme de una fantástica noticia: ¡Estaba embarazada! Por fin iba a tener un primo, con una diferencia de edad, eso sí, de más de veinte años. Una ecografía anticipó semanas más tarde de que nacería varón. Por aquella época mi apego hacia Antonio se había acrecentado de tal manera que difícil era el día que no charlábamos en su supermercado e inaudito el fin de semana que no quedásemos coincidiendo con su peña que ya consideraba como propia. Comencé a descubrir cierto encanto en la personalidad de aquel tipo, y no sé si ese sentimiento era por aquel entonces recíproco. Incluso lo aficioné un poco a la ópera, solíamos escucharla en el coche. En otras ocasiones, salíamos para comer pipas en la plaza del Ayuntamiento mientras criticábamos a cualquiera de las amistades que teníamos en común. Mi padre conoció a una mujer elegante que irradiaba cierto halo bohemio y que atendía al nombre de Marisa. Ella, que se estaba encargando de