MI HIJA Y LA ÓPERA — Volumen 11
10 Con la sorprendente noticia de que iba a contraer matrimonio me llamó mi tía Laura una noche de invierno. Cierto sentimiento de desamparo me invadió al conocer el anuncio, si bien, me congratulaba por el rumbo ilusionante que había adquirido su vida. En verdad se casó mucho más tarde de cuando realizó dicha llamada, unos cuantos años después, la enfermedad de mi abuela había obstaculizado sus visitas anteriores y sus planes futuros, podría decirse que en los últimos años apenas si llegamos a coincidir en unas cuantas ocasiones. Por ello, me entusiasmé cuando ella me anunció que vendría el sábado a pasar el día con Alberto, su futuro marido. Recibir una visita en casa era siempre motivo de apoteosis en aquel tiempo en el que Pedro, Juan y Dani eran las únicas personas que se adentraban a nuestra morada. Afortunadamente contaba con Yako , el único ser que me hacía compañía sin ningún otro interés que el de estar conmigo. El carácter le había cambiado a mi padre en