Entradas

MI HIJA Y LA ÓPERA — Volumen 11

Imagen
10    Con la sorprendente noticia de que iba a contraer matrimonio me llamó mi tía Laura una noche de invierno. Cierto sentimiento de desamparo me invadió al conocer el anuncio, si bien, me congratulaba por el rumbo ilusionante que había adquirido su vida. En verdad se casó mucho más tarde de cuando realizó dicha llamada, unos cuantos años después, la enfermedad de mi abuela había obstaculizado sus visitas anteriores y sus planes futuros, podría decirse que en los últimos años apenas si llegamos a coincidir en unas cuantas ocasiones. Por ello, me entusiasmé cuando ella me anunció que vendría el sábado a pasar el día con Alberto, su futuro marido. Recibir una visita en casa era siempre motivo de apoteosis en aquel tiempo en el que Pedro, Juan y Dani eran las únicas personas que se adentraban a nuestra morada. Afortunadamente contaba con Yako , el único ser que me hacía compañía sin ningún otro interés que el de estar conmigo.    El carácter le había cambiado a mi padre en

MI HIJA Y LA ÓPERA — Volumen 10

Imagen
9    La estupidez de la adolescencia —la cual admito, ahora, una década más tarde— aumentó mi inseguridad. Y por si fuera poco para mi timidez, un nuevo reto se presentó cuando un par de individuos de apariencias dispares comenzaron a frecuentar nuestra casa: Juan Alcalá y Pedro Romero Gargallo. El primero, un joven de apenas veinte años, de pelo de punta, vestido siempre con camisetas de manga corta, las cuales remangaba para exhibir en sus huesudos hombros, y en entre otros tatuajes, el amor que profesaba a su madre. Escuálido, barbilampiño y blasfemo, extraña era la frase que no fuera precedida con un « cagoendios », expresión que, en adelante, escribiré siempre junta como si fuera una sola palabra, una muletilla sin sentido evitando caer en su ordinariez. El segundo, Pedro Romero Gargallo (siempre incluía su segundo apellido, decía que se debía estar orgulloso de los nombres que heredábamos de ambos padres), era un idealista de espíritu filosófico, de cabello castaño oscur