Capítulo 21, Acto II, «Mi hija y la ópera»
Pasaje del Capítulo 21, Acto II de Mi hija y la ópera : «Echó su asiento para atrás para dejar espacio entre sus articulaciones y el salpicadero, pasó su mano por encima de mis desarropadas rodillas, las aparté en un acto reflejo, no buscaba mis piernas sino la guantera, sacó la carpeta donde debían de custodiarse los documentos del vehículo y la situó sobre sus muslos, escogió una de las tarjetas de crédito de su portamonedas donde también extrajo una pequeña bolsa con un contenido blanco, deslió el diminuto alambre verde que la mantenía cerrada e introdujo la esquina de la tarjeta para volcar una exigua parte de aquella sustancia en la carpeta de Seguros Zurich que se hallaba con restregones blanquecinos sobre el oscuro plastificado que evidenciaba que había sido utilizada recientemente. —¿Quieres una raya? —me preguntó sin levantar la vista de la carpeta, ignorando mi estupefacta expresión. Abandoné el coche sin responderle, no quería presenciar cómo esnifaba coca. Agu