Párrafo del capítulo 25, segundo acto de "Mi hija y la ópera"
«Justo en aquel instante caí en la cuenta de que todas las óperas que había mencionado contaban con un denominador común: las protagonistas de aquellas obras acababan muriendo. Algunas veces por una enfermedad originada por el desamor como en La Bohème y La Traviata ; en otras acababan suicidándose, como en Tosca y Madama Butterfly ; y en el resto, asesinadas por enamorarse de la persona equivocada como en Carmen , Rigoletto y Aida , la obra que por fin iba a disfrutar en directo.»