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Capítulo 8, Acto III, «Mi hija y la ópera»

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Fragmento del Capítulo 8, Acto III, de Mi hija y la ópera : «Sin embargo, ninguno de los sucesos contados hasta ahora, de los transcurridos en estos últimos años, ha sido el verdadero causante de que haya reanudado la historia de mi vida. De hecho, el relato cobra sentido por un acontecimiento ocurrido hace escasamente unos días. Pero será mejor que comience por el principio:     Podía haber sido una jornada cualquiera de nuestra vida solitaria, mi hijo ondeaba una cometa cerca de casa, correteaba por nuestra diminuta playa sosteniendo los mandos con bastante pericia para un niño que todavía no ha cumplido los cinco. Era nuestra actividad preferida de los sábados, yo le contemplaba sosteniendo unas sandalias en la mano y caminando descalza de un lado al otro de la orilla emulando a mi madre cuando la avisté en el sueño que tuve cuando mi padre murió. Al llegar a casa me encontré con el preludio de lo que iba a ser el día más impensado de toda mi existencia.» Si quieres hacer

Capítulo 7, Acto III de «Mi hija y la ópera»

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Final del Capítulo 7, Acto III, de Mi hija y la ópera : «Los años han transcurrido inexorables desde entonces, la profundidad del mar que puedo avistar desde el balcón de casa me ha evocado miles de remembranzas con la misma sintonía con que las olas rompen con las rocas. De los más remotos recuerdos, en la suntuosa casa de Cartagena, pasando a mi primer día de Colegio en Calasparra, de aquel beso con Antonio, y la inevitable melancolía que me originaba la reminiscencia de Isabel, con el momento más dulce de todos los imaginables, cuando en la intimidad de la habitación neoyorquina me obsequió con la mirada de mayor frenesí que unos ojos pueden proyectar. Me acordaba a menudo de Andrew, el progenitor de mi hijo, que seguiría tocando el piano en su local de Manhattan ignorando que un ser que llevaba sus genes crecía en un lugar que no sabría ubicar en un mapamundi.     Pero mis memorias más nostálgicas tenían a mi padre como protagonista, su singular personalidad, de sus largas histo

Capítulo 6, Acto III, «Mi hija y la ópera»

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Párrafo del Capítulo 6, Acto III, de Mi hija y la ópera : «El coche fúnebre franqueó la verja en dirección al Cementerio de Santa Lucía, yo arranqué mi automóvil para seguir al vehículo mortuorio conduciendo en un inusitado estado de silencio y paz. Únicamente me encontraría con mis padrinos en el camposanto. Marisa se encargaría de apagar la música del mismo compacto que ella misma había introducido para mi lectura, sonaba el melancólico Coro a bocca chiusa de Madama Butterfly —que se escuchaba en el salón, inopinadamente, como la más acertada para aquel momento—. Después despediría a los asistentes y cerraría la casa, todavía tenía las llaves de mi residencia, ahora era sólo mía, al igual que otras tantas pertenencias. Me había quedado con un hogar vacío y junto a él la tumba de Yako , al lado de la higuera, como huellas de un pasado que nunca volvería.» Si quieres hacerte con la novela en formato eBook, pincha el título de esta entrada de blog.